¿Todo esto es mío?
Desde que me he enterado que estoy embarazada, lo mío es un monotema absoluto, pero es que es algo tan extraordinario para mi que bueno, me gustar hablar de ello y hasta que se me pase la novedad tendréis embarazo para rato. Hoy me gustaría hablar de una de las incomodidades de los primero meses de embarazo, que si, que estoy muy contenta, mas que eso contentísima y soy la persona más feliz del mundo mundial, pero hay que reconocer que esta situación tiene sus molestias. Vamos a hablar de los pechos, un tema escabroso y doloroso, pero digno de mención. Por lo pronto ya he tenido que cambiar de talla de sujetador ( y solo estoy de dos meses), yo que ya era de pechos grandes, ahora no hay quien me mire a la cara, y lo peor es que estoy todo el día con los “pitonses” encendidos cual timbres de castillo. Que coñazo para dormir, es que no se como ponerme, yo que siempre he dormido bocabajo y ahora es que no hay manera oiga, parece que fueran a explotar y del dolor ya ni te cuento, he tenido que coger una almohada - de estas gordas que cuando duermes con ella coges complejo de “arcayata” (como se dice en mi tierra), porque tu cuello hace un perfecto ángulo recto con el resto de tu cuerpo- y me agarro a ella como si en ello me fuera la vida para evitar ponerme bocabajo que es la postura que mi cuerpo busca por inercia, pero creo que no ha sido buena idea porque es tan gorda y grande que se ha apropiado de la cama y mi marido y yo acabamos hablándole y golpeándola para que se eche a un lado y nos deje sitio para dormir. Después está el problema que surge con los “timbres de castillos” porque estoy en mi casa muy tranquilita, apretadita en mi camiseta de estar por casa, de estas “requetindas” –como dice mi amiga Amparo – porque en lo que se refiere a mi vestuario casero la palabra glamour no existe, y llaman a la puerta, abro y es mi vecino para pedirme una herramienta y se me queda mirando y pensando ¡¡¡ hay que ver como se alegra esta chica de verme!!!!, es bastante embarazoso, la verdad, y tu intentando meter el pecho para adentro, metes las manos debajo de la camiseta y estiras de ella hacia fuera para que no esté tan apretadita la joía, y con la vergüenza los “pitonses” ya se asemejan a astas de toro, y empiezas a poner posturas raras, sacando la joroba para intentar que la camiseta esté lo más alejada posible de tu cuerpo, vamos que si pasa por allí Cárdenas, te contrata como pareja del Pozí.
En fin, que esto de los pecho lo estoy llevando fatal, como esto siga creciendo me veo al niño enganchado hasta los 2 años y el pobrecito (o pobrecita) va a salir “embrutesío/a”.
Hablando de dar el pecho, me contó mi hermana que una amiga suya, que ya tiene 2 niños, estaba dándole el pecho al más pequeño y el hermanito le preguntó a su madre - ¿Qué haces mamá?- , y ella le contestó – le estoy dando de comer al hermanito – y el niño preguntó sorprendido - ¿pero por ahí salen lentejas?.
Jaejaejaejaje, ¡¡¡¡ inocentes!!!