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jueves, agosto 31, 2006

Matrix aracnidus

Hacía calor, no paraba de dar vueltas en la cama, mi marido estaba produndamente dormido, sus ronquidos lo delataban. La habitación estaba en penumbras, levemente iluminada por un alo de luz que entraba por la ventana procedente de la inmensa farola que nos alumbra cada noche.
Eran las 3 de la madrugada, cambié de postura y en semiestado de vigilia vislumbré algo que recorría la espalda de mi marido. Impulsivamente abrí los ojos, y me coloqué de rodillas encima de la cama para poder acercarme a lo que mis ojos temblorosos observaban. No podía creerlo, una enorme araña (y cuando digo enorme es en el sentido más literal) caminaba por su espalda dirigiéndose a la zona del cuello. Salté de la cama, en un repentino acto de lucidez cerré la persiana pues estaba en paños menores, encendí la luz y me puse las gafas.
- ¡¡¡ Despierta, despierta!!! - le repetía mientras agitaba su brazo.
- ¡¡¡Despierta, que tienes una araña en la espalda!!!- casi grité histérica.
- ¿que pasa? - me preguntó.
- Que tenías una araña gigante en la espalda - le dije asustada.
El se levantó, tranquilamente, con toda parsimonia, mirando a un lado y a otro, levantó la almohada, miró debajo de la cama, removió las sabanas, y mientras hacía todo esto empecé a plantearme si realmente había existido esa situación, o lo había soñado. Era una sensación tan extraña. Fue tan real que me negaba a creer que todo hubiera sido una simple pesadilla. El se empeñaba en que lo había soñado, y empecé a plantearme una serie de preguntas ¿como la he visto sin las gafas?; si ya son las tres, he debido dormir algo aunque tenga la sensación de haber estado despierta; y lo más importante ¿donde está la maldita araña?. Aún con mis dudas, y por la insistencia de mi marido, fui capaz de meterme otra vez en la cama. El, completamente desvelado por el despertar tan brusco, estaba tumbado boca arriba con los ojos como platos, hasta que empecé a escuchar de nuevo sus mas que notables ronquidos. Yo cambié de posición y puse mi cabeza en los pies de la cama, completamente convencida de que si me tenía que picar la araña que lo hiciera en los pies.
No imaginais lo desconcertante que es vivir una situación y no tener la seguridad de si fue un sueño o realidad.

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